TRA CIELO E TERRA

Si tuviera que encontrar un inicio, diría que todo comenzó con un regalo de los testigos de boda, Vinicio y Eleonora, hace cinco años: un hermoso tapiz de pared y, precisamente, dos campanas tibetanas. Nunca antes había visto ninguna, así que me quedé fascinado, tanto por las formas como por los sonidos y las vibraciones, pero nada más. Hace aproximadamente tres años, para encontrar una mayor armonía interior, me acerqué a la práctica meditativa, algo que resonó en mí de inmediato. En ese momento, gestionaba otra actividad en línea que, entre altibajos, me proporcionaba lo suficiente para subsistir, pero "no era suficiente". Un día, al mirar las campanas en casa, me pregunté: "¿por qué no probar este producto?" Con los contactos que ya tenía, decidí hacer un pedido y así fue. ¿El resultado? Bastante desastroso, no logré vender muchas y las últimas las liquidé para recuperar los gastos. En ese punto, ¿qué haría una persona con un poco de sensatez? Bueno, yo, y aún ignoro en parte la motivación, hice otro pedido... A partir de ahí, una nueva forma de sentirlas y, por lo tanto, de ofrecerlas hizo que ocuparan cada vez más espacio en mi vida y en mi trabajo.