Posición de España en la transición energética

Nuestro país se sumó a la transición energética y ya lleva un largo camino recorrido. En 2023 produjo más electricidad con energías limpias que con gas, carbón o energía nuclear, convirtiéndose así en uno de los primeros grandes países en conseguirlo, junto a Portugal y a los países escandinavos. Esto revela que hemos avanzado a pasos agigantados en materia energética.

El plan de descarbonización de España empezó en 2019 con el Marco Estratégico de Energía y Clima y estaba alineado también con los compromisos del Acuerdo de París y las directrices europeas. Para cumplir con este plan, hay una serie de objetivos que se deben alcanzar hasta 2030. Estos se recogen en la Ley de Cambio Climático y Transición Energética (2021), e incluyen aspectos como la reducción de las emisiones de efecto invernadero en un 23 % respecto a 1990 o que el sistema eléctrico esté al menos en un 74 % generado por renovables. Sumado a esto, nuestro país tiene en cuenta la Estrategia de Transición Justa, donde se buscan caminos para dar oportunidades económicas y laborales a colectivos, empresas o territorios que puedan estar más afectados por este proceso de descarbonización y donde destacan los entornos rurales.

 

 

¿Qué significa la transición energética para el precio de la electricidad en España?

A partir del cuarto trimestre de 2023 hubo una bajada general en los precios de la electricidad en Europa debido a la baja demanda y como consecuencia del abaratamiento de las principales materias primas como el gas o carbón. En España, sin embargo, la bajada del precio eléctrico ha sido mucho mayor que en otros países, desde mediados de 2022. Mirando a los números de este año, en 2024, y más específicamente en el Informe energético de marzo, se indica que la bajada ha sido mucho más repentina que en períodos anteriores. Y es que respecto a Alemania, donde los valores del producto son de 75,60 €/MWh, los productos del mercado español giran en torno a 53,79 €/MWh, precios muy similares a los existentes antes de la crisis energética.

Esto se debe a que España es una “isla energética” en la que no hay mucha interconexión, por lo que no es tan dependiente del gas y el carbón como el resto de Europa. Por otro lado, no es tan fácil exportar el exceso de energía proveniente de recursos renovables, lo que provoca que los productores no tengan más remedio que bajar los precios. Además, hay que tener en cuenta que España ha aumentado su capacidad en potencia renovable variable, combinando la eólica y solar con la hidráulica y con una gran base nuclear.

Para entender la situación actual, es importante también tener en cuenta cómo se fija el precio de la luz, pues cada día los productores eléctricos hacen una oferta para cada hora del día siguiente a los precios que ellos creen convenientes. De este modo, el precio final se establece según la última oferta que se necesita para cubrir la demanda. Por lo tanto, los productores no hacen una oferta según lo que les ha costado producir la energía si no con las expectativas de lo que creen que recibirán. Los productores tienen que ofrecer un precio bajo para asegurarse de que su electricidad entrará en la red eléctrica. Y es que, al haber tanta energía térmica instalada (28,4 gigavatios solares, fotovoltaica y térmica), y cuando la demanda de un día normal es inferior a 30 gigavatios, la mayoría de la demanda podrá cubrirse con energía eléctrica sobre todo en las partes centrales del día, lo que se traducirá en un precio más bajo para los consumidores.

Respecto al futuro, aunque no se sabe con certeza, se puede especular que la gran potencia de la energía eólica y la solar harán que los precios se mantengan bajos especialmente en las horas centrales del día. Sin embargo, en caso de una subida de las temperaturas, aumentará también la demanda eléctrica y probablemente aumenten los precios.